El pasado 9 de octubre el periódico El País publicó una noticia con el título “A veces tenemos que atender a los pacientes a ciegas”. Pablo Linde, su autor, recoge la experiencia de varios médicos en su práctica asistencial, los profesionales deben lidiar con la ausencia de una historia clínica interconectada entre comunidades. El autor explica las consecuencias de este hecho en el tratamiento de los pacientes. Dos efectos inmediatos son: que se les trata con falta de información, además el sistema asume gastos adicionales por duplicar pruebas que, pese a que ya están hechas, no se tiene acceso a ellas.

Si este problema se da en la sanidad pública, no es menos importante en la sanidad privada, un servicio utilizado por 11 millones de usuarios. El paciente no tiene una historia única y ni siquiera los médicos de una misma compañía pueden acceder a la historia que el paciente ha generado con esa aseguradora.

Si la historia clínica de un paciente no es accesible para el propio paciente ni para ninguno de los profesionales médicos que le atienden, o para muy pocos de ellos, la utilidad que proporciona parece muy limitada. El trabajo adicional que los médicos realizan en su práctica diaria al rellenar datos de los servicios que han prestado y las pruebas que se realizan está en gran medida desaprovechado.

El acceso no se da entre los servicios públicos y privados, ni entre los servicios de las distintas comunidades, a veces ni siquiera en los servicios de distintos hospitales o centros de la misma provincia. Ciertamente, en este escenario parece utópico que esta interconectividad se dé entre todos los servicios de la Comunidad Europea y aún menos que el paciente acceda a todo ello.

En el artículo se preguntan: “¿Cómo es posible que algo tan aparentemente simple no sea posible?”. En la respuesta citan dos factores:

  • “La información sobre salud es muy delicada y la protección de datos hace que no sea fácil acceder a ellos desde cualquier lado”.
  • “Cada comunidad autónoma invirtió en su propio sistema informático y cuesta un dineral hacerlos homogéneos y conectarlos”.

Nos gustaría analizar si el problema realmente radica aquí. Sin subestimar estos factores, porque todo cuenta, quizás no sean los que están haciendo de freno:

Respecto a la protección de los datos de salud, estos pertenecen solo a los pacientes y los agentes sanitarios deben contribuir a actualizar esa información en su historia clínica. Por supuesto que esta información tiene que ser accesible solo bajo ciertos parámetros, pero para eso hay un marco legal que protege esos datos. También hay tecnología que garantiza el acceso restringido que se puede resolver con varias fórmulas, por ejemplo con un sistema de validación con pin de seguridad cuando el paciente quiera que sus datos sean consultados por los médicos que le tratan.

En lo que se refiere a la inversión que hace falta para interconectar la información y homogeneizar los datos, tampoco el dinero parece ser un problema. El Ministerio de Sanidad ha presentado a las comunidades autónomas el Plan de Atención Digital en Atención Primaria que tiene entre sus objetivos, ampliar el alcance de la historia clínica del paciente y que está dotado con 70 millones para 2022 y 160 para 2023. Parece bastante.

Conectar los sistemas de uno o varios repositorios, no requiere de proyectos tan complejos como para considerarlos inviables desde el punto de vista económico.. Más compleja es la necesidad de homogeneizar estos datos. Ciertamente, hacerlo con la información del paciente ya existente, requeriría de un trabajo previo importante pero ¿y empezar a hacerlos a partir de ahora con los nuevos servicios e incorporando el histórico de forma progresiva? Para ello basta que la información que alimente estos sistemas sea homogénea, es decir, utilizar los mismos parámetros de clasificación y catalogación de los diagnósticos y los tratamientos. Ya hay bases de datos únicas con esta información, codificaciones internacionales estandarizadas, que se puede emplear mapeando la inserción de la información para facilitar la convergencia.

Si la ley y los avances tecnológicos protegen los datos del paciente. Si existe tecnología que permite homogeneizar la información de las historias médicas y que haya un repositorio o varios integrados donde puedan acceder los diferentes agentes autorizados. Si esto, además requiere una inversión económica asumible, ¿cuál es realmente el problema?

Las empresas que nos dedicamos al desarrollo de software y que estamos familiarizados con las soluciones tecnológicas que se pueden brindar, no vemos dificultades en estos dos factores que, ciertamente, hay que tener en cuenta. Quizás la reflexión que hay que hacer es si el problema, tanto en la sanidad pública como en la privada, en realidad, es la falta de voluntad para compartir y la resistencia a conectar sistemas, en resumen, la poca determinación para poner el foco realmente en la atención al paciente.